¿Qué es el hiperapego en perros?


Fuera de casa es normal, pero en tu casa NO, puesto que es su refugio. Que te persiga con cada movimiento que hagas, por todos los rincones, a la cocina, al baño, a la habitación, etc., y no sepa estar en su camita, juala o transportín solo tranquilamente, esto ya nos dice que hay un problema de hiperapego. No es síntoma de que el perro te quiera mucho o que sea especialmente cariñoso. Que probablemente lo sea, pero son hechos independientes. Nunca debe ser tu sombra, eso es síntoma de un problema de salud.

Pero ¿qué es el hiperapego exactamente? Es un vínculo patólogico que crea una dependencia obsesiva con el propietario. Es un problema grave de convivencia que hace que el perro se sienta deprimido, inseguro cuando su responsable no está en casa o cerca de él.

No debemos confundir el hiperapego con la ansiedad por separación. Aunque en muchos casos en la ansiedad por separación también existe hiperapego. La ansiedad por separación a veces es simplemente aburrimiento, falta de estímulos y/o falta de ejercicio. Y se debe de tratar de otra forma.

¿Cuáles son las causas del hiperapego? Pueden ser varias:

Desapego primario

  • Cuando el cachorro tiene un mes y medio mas o menos el instinto natural de las madres es ir rechazando a su cachorro para impedirle que se alimente de ella y así enseñarle independencia. Son situaciones de su vida animal natural.
  • Aunque la madre le rechace y no deje que el cachorro se alimente de ella no quiere decir que lo eche de su lado, ya que la madre le enseñará todo lo necesario para su vida de adulto: habilidades sociales, control de la mordida, límites, etc.
  • Por eso esta etapa es muy importante y no hay que separar a los cachorros de la madre ni de sus hermanos antes de tiempo, dos meses mas o menos, ya que eso conlleva graves problemas de comportamiento y traumas futuros, pues está viviendo sus primeras experiencias. A esto se le llama "un mal destete emocional”.

Desapego secundario

  • A los dos meses, o a veces antes, los cachorros son separados de la madre y hermanos para su venta o adopción, formando parte del núcleo otra familia de humanos. Aquí comienza una nueva etapa a la que se le llama desapego secundario. Es el inicio de la adolescencia.
  • El cachorro debe de acostumbrarse a su nueva rutina viviendo con una nueva familia, de modo que la sensación de apego vuelve a aparecer. Tenemos que hacer una serie de pautas para crear esa independencia y desapego, pero vigilando siempre que no sea traumática para el cachorro.
  • Si no le hemos dado al cachorro el tiempo suficiente para que se desapegue de la madre biológica de forma correcta y lo introducimos en nuestra casa se creará otro apego con nosotros, ya que el cachorro necesitará de la seguridad y protección nuestra. Es algo normal, hemos eliminado la fase natural del desapego.
  • A esto hay que sumarle que cuando llega un adorable cachorro a casa todo son atenciones, mimos, cariños y compañía las 24 horas al día. Esto le va creando al cachorro, poco a poco, un hiperapego y dependencia de nosotros.
  • De ahí la importancia de que, aunque sea cachorro, le enseñemos a estar solo por momentos, para que vaya creando su propia independencia y aprenda a estar solo en casa, o en su lugar de descanso, mientras nosotros nos movemos por ella.
  • Pero ojo, no debemos de caer en ninguno de los dos extremos: ni no dejarle solo en todo el día, ni dejarle 10 horas solo al día siguiente de llevarlo a casa. Debe de haber una adaptación, y ésta no debería durar menos de una semana.
  • Cabe decir que el hiperapego no solo ocurre cuando son cachorros. Puedes adoptar un perro joven o adulto, y provocar este trastorno debido a cambios ambientales, del propietario, rutinas, abandono en perreras, o perros mayores con menos capacidad a los cambios externos..
  • También hay que vigilar el vínculo e intentar que sea lo menos “tóxico” posible.
  • Es importante considerar la predisposición de la genética del perro y el manejo que se le da al cachorro en las primeras semanas al llegar a su nuevo y, ojalá, definitivo hogar.

¿Qué comportamientos conlleva el hiperapego?

Los perros que sufren de hiperapego tienen distintos comportamientos:

  • Gran actividad motora, caminar o correr sin parar, saltar o rascar puertas o ventanas, morder objetos o mobiliario, lloros, temblores, orinar o defecar en sitios no habituales.
  • Hiperactividad, falta de concentración o atención y dormir en exceso, vómitos, diarrea, estreñimiento.
  • Automutilación, aseo excesivo, trastornos cutáneos.
  • Comportamientos compulsivos: perseguirse la cola, quejidos, aullidos o ladridos persistentes.

Cuando estamos en casa tu perrete reclama siempre tu atención: apoyando la cabeza en tu regazo cuando estés sentado, saltando encima ti, llorando mientras te mira fijamente y menea la cola, siguiéndote por toda la casa y esperándote detrás de las puertas cuando éstas se cierran, mirándote con ojos apenados... Siempre tocándote o estando a unos escasos centímetros de ti.

Se vuelve un pesado de mucho cuidado... y los problemas se agravan cuando empezamos a dejar a nuestro perro solo en casa, ya que él no comprende por qué se le “abandona”, porque no se le ha enseñado debidamente y empieza a sufrir un estrés que descarga sobre objetos materiales destrozándolos, llegando incluso, en fases más avanzadas, a hacer sus necesidades en casa.

Además, también los perros que sufren de hiperapego, dificultarán su relación con otros perros, ya que en presencia de otro perro se excita muy rápido, en apenas unos segundos pasan de cero a cien, y bajo el nerviosismo pierden el autocontrol y las formas y producen un rechazo importante en otros perros.

Refuerzo de las conductas de apego

Algunas de nuestras actitudes del día a día, de manera involuntaria, refuerzan la dependencia de tu amigo. ¿A quién no le gusta llegar a casa y dejarse comer a lametones por su perro? O, ¿quién no se despide afectuosamente de su mascota al salir de casa diciéndole palabras de calma como “no te preocupes, volveré, tranquilo”? Dentro de las relaciones humanas, situaciones como éstas son comunes, pero es que tu amigo es un perro, te guste o no.

Durante la educación de nuestro amigo debemos tener siempre en cuenta que el lenguaje de cada especie animal es único y, por esto, la forma de comunicación humana puede acabar transmitiéndole una idea equivocada a nuestro perro.

Saludarlo festivamente cuando llegamos a casa o calmarlo con palabras dulces antes de salir puede reforzar su apego. De la misma manera, darle atención siempre que él la reclame refuerza cada vez más esta necesidad de atención.

Un perro es un animal muy sociable y se conformará con una mínima interacción para disminuir su angustia. Un perro con hiperapego podría conformarse con un grito o con un empujón tuyo. Es tanta su necesidad de contacto que podemos reforzarlo aun cuando le reñimos.

Qué hay que evitar por nuestra parte

Reforzamos su apego si hacemos lo que a continuación describo cuando esta ansioso:

  • Hablarle, consolándole o riñéndole.
  • Mirarle a los ojos.
  • Tocarle.
  • Apartarle con la mano o con la pierna.
  • Acariciarle.
  • Darle comida

Recomendaciones para prevenir el hiperapego

  • Control de la dependencia emocional.
  • Evitar castigos mal aplicados.
  • Establecimiento de una comunicación clara que no le genere dudas.
  • Refuerzo positivo de las actitudes deseadas.
  • Enriquecimiento ambiental cuando esté solo.
  • Desensibilización a los rituales de entrada y salida.
  • Contracondicionamento a las salidas.

Cognitivas:

  • Estar siempre tranquilo en su presencia.
  • Mantener una actitud distante con él.
  • No mirarle a los ojos.
  • Reclamar tu espacio, tu zona de confort, en todo momento.
  • No responder a sus exigencias. Darle la espalda cuando insista.
  • Realizar movimientos lentos.
  • No dormir cerca de él.
  • Acariciarle de manera breve cuando esté tumbado en su sitio tranquilamente.

Ambientales:

  • Incrementar el ejercicio, especialmente antes de quedarse solo.
  • Estimulación del entorno con juguetes para morder.

Metodológicas:

  • Realizar ejercicios de obediencia para que responda a las órdenes de sentado y quieto e ir acostumbrándolo a estar lejos del dueño para controlar la excitación al regreso.
  • Estar pendiente de nuestras entradas y salidas ignorando al perro 10 minutos antes de irse y lo mismo al regresar, no haciéndole caso hasta que se calme y esté tranquilo.
  • Desensibilización a las señales de partida (tomar las llaves, abrir y cerrar la puerta, etc.), realizándolas pero no saliendo realmente del hogar.
  • Habituación a quedarse solo ausentándose el dueño por períodos muy breves y aumentando el tiempo gradualmente.
  • Usa su jaula, cama o transportin, haz que se quede dentro de ella entre 10 y 15 minutos cada día, siempre mientras estás en casa. No hagas de este momento un castigo, sino algo divertido. Si no tienes jaula, la cama vale igual. Se trata de hacerle entender que quedarse “solo” en su cama es bueno, no tiene que tener miedo de que le falte contacto con su familia durante un rato. De esta manera, no tendrá problema en estar igualmente tranquilo en su cama cuando no estés.
  • Darle tiempo de adaptación a las normas nuevas que le estamos enseñando, es por su bien emocional.
  • Si cambiamos de casa, volver a repetir las mismas pautas. Hazle sentirse seguro en su nuevo hogar.

También tenemos que enseñarle que cuando nos levantamos para ir a la cocina, él deba esperarnos en su lugar de descanso, tranquilo, sin ansiedad. Y así lo haremos cada vez que vayamos a un lugar de la casa .

A la hora de acostumbrarlo, empezaremos siempre por poco tiempo y le premiaremos. No quieras hacerlo rápido. Dale su tiempo de adaptación.

El objetivo es crearle una independencia segura en la que no tenga la necesidad de seguirte por toda la casa para sentirse seguro con él mismo.

Es fundamental tener paciencia, tanto con el perrete a la hora de llevar a cabo los ejercicios, como con el transcurso del tiempo. No frustrarse.

Conceptos a asimilar sobre el hiperapego

No tenemos ante nosotros un perrete “malo”, “vengativo” o “rencoroso”, ni sabe que lo que ha hecho está mal por adoptar posturas de sumisión a nuestra llegada a casa. Entender esto es fundamental para avanzar en el tratamiento de este proceso.

La ansiedad que sufre nuestra mascota al verse separado de nosotros provoca en él un estrés que encuentra como única vía de escape la destrucción, no lo hace como castigo hacia nosotros por dejarle sólo.

Tampoco “sabe lo que ha hecho”, sino que asocia nuestra llegada a casa con el castigo, porque ha sido así siempre y, para evitarlo, nos muestra sumisión (cabeza gacha, rabo entre las patas, etc.). El castigo se asocia con nuestra llegada a casa, no con el hecho de haber destruido mobiliario. Es imperativo no reñir ni castigar al animal en estos momentos. Aunque cueste.

Todos los habitantes de la casa deben tener el compromiso e ir a una, ya que en caso contrario, sólo conseguiríamos confundir aún más a nuestro amigo.

Este compromiso ha de ser permanente, ya que de eso depende la evolución de la mascota.

Habrá determinadas situaciones que resultarán difíciles de llevar a cabo, por eso hay que centrarse en nuestro objetivo final, que es la mejoría del estado de ansiedad de nuestro amigo y, con ella, nuestra tranquilidad dejándole sólo en casa, entre otras situaciones que nos incomodan o dificultan la convivencia.

Modificar estas conductas conlleva un tiempo hasta que se empiezan a ver los resultados.

Los animales aprenden más y más rápido si practicamos con ellos el refuerzo positivo, es decir, recibir “premios” cuando su conducta es apropiada.

Como premio entendemos bien comida, bien nuestra atención (unas breves palabras de afecto, caricias, atención e incluso juego); siendo la manera correcta de instaurar un castigo, realizar una señal (un chasquido de dedos o un gruñidito junto un gesto con la mano pidiéndole calma, por ejemplo) e ignorarlos a continuación. No nos valen largas explicaciones contándoles por qué está mal lo que han hecho, ni el castigo físico ni encerrarlos durante horas.

Darles explicaciones de lo que han hecho mal supone mirarles y hablarles.

Es decir, prestarles atención. Y lo que inicialmente es un castigo, tu perro lo interpreta como algo positivo, ya que sea lo que sea lo que haya hecho, ha conseguido atraer tu atención.

El castigo físico tampoco está indicado, especialmente en casos de ansiedad, ya que podemos provocar defensión agresiva y, con ella, complicar aún más la resolución del problema.

Los castigos prolongados en el tiempo tampoco tienen un sentido, ya que pasados unos minutos, ellos no recordarán el por qué están ahí. Es necesario comprender bien este punto, ya que es fundamental tener claro qué es un premio para el animal y qué no lo es, y de esta manera cuándo está indicado proporcionar dicho premio y cuándo no.

Estamos ante un problema de salud del animal, aunque no sea tan evidente como una infección de piel o una fractura de un hueso, no por ello es menos importante.

Aún cuesta trabajo aceptar que nuestras mascotas puedan tener problemas de comportamiento.

Es por eso que muchas veces nos encontramos ante casos tan cronificados en el tiempo que tienen un pronóstico bastante reservado, ya que cuanto más tiempo transcurre, más difícil es llevar a cabo la pauta de modificación de la conducta y se obtienen resultados menos satisfactorios.

Dejar al perro en la peluquería

Cuando dejemos al perro en la peluquería, para no hacer una estancia negativa no debemos despedirnos de forma larga ni triste. Llevarlo con la mayor normalidad posible. Solo los vamos a poner guapos para que los disfrutéis en casa súper limpios. Y lo mismo en la recogida, que no sea efusiva. No hagas un festival de saludos al entrar. Así, el perro aprenderá que estar unas horas sin su dueño no es nada malo, eso debe de ser lo más natural posible, para que no sufra ningún tipo de miedo ni ansiedad a ver que su responsable se va.

Una relación dependiente, ya sea entre humanos o con perros, no es una relación sana.